jueves, 2 de septiembre de 2010

7.

Me dirigí a la puerta, pero él me retuvo. Me atrajo hacia él y me abrazó. Mis brazos se cerraban en torno a su cuello, y los suyos alrededor de mi cintura. Me apretó más fuerte y poco después me separé un poco.


-¿Y esto? –Pregunté.

Cris, gilipollas, cállate y lánzate, dijo una voz en mi cabeza.

-No sé, me apetecía –dijo Dougie encogiéndose de hombros.

Le acaricié el pelo y sonreí.

Bien hecho, Cris, bien hecho, la voz de mi cabeza me estaba poniendo nerviosa.

-¿Y eso? –Esta vez, preguntó él.

-Me apetecía –dije sonriendo.

Me dirigí al salón y Dougie me siguió. Me senté junto a Noelia, que me miró.

Le hice un gesto que indicaba que luego le contaba.

-Bueno, chicas. Hora de hacer turismo. Tú si quieres puedes hacer una ruta por la boca de Danny Jones. Es muy interesante –dijo Danny mirando a Noelia.

-Es una oferta tentadora, no sabes cuanto –dijo mi amiga acercándose a él.

Tom carraspeó.

-Oh, venga, Danny. No puedes tirarle a cada tía que se te pase por delante –dijo Harry.

-Dios…Estas chicas… ¡Me van a volver loco! Y como no puedo tocar la comida de Dougie, tengo que ir de caza –dijo el cantante.

Creí pillar la metáfora y me aparté de Dougie tanto como me lo permitió el sofá, pero aún así era demasiado cerca. Me levanté.

Me miraron.

-Ha dejado de llover… ¿Nos vamos? –dije.

-Claro –Tom se levantó de repente, claramente incómodo por la situación. Me miró, pero yo no levanté la cara.

O sea, que yo era la comida de Doug… Si no fuera lista y no tuviera ni un poco de amor propio, estaría dando saltos de alegría. Pero, por suerte o por desgracia, no era tonta. Dougie me quería para un rato, como el que come en un restaurante… Y yo, claramente, no iba a dejar que nadie jugase conmigo.

Le devolví su chaqueta a Harry y abrí la puerta de la calle. Un tímido sol se colaba por en medio de las nubes. Caminamos por allá y por acá. La gente nos miraba. Bueno, les miraban a ellos. Paramos en una heladería y nos compramos cada uno un helado de un sabor diferente. Caramelo, chocolate, nata, turrón, nubes de gominola y vainilla.

Yo, por supuesto, lo pedí de nubes de gominola, mi sabor favorito en los helados.

Visitamos lugares famosos, nos echamos fotos…

Cuando volvíamos de camino a casa, vi algo en un escaparate que me llamó la atención. Me acerqué. Una pulsera de plata, adornada con pequeñas figuritas de plata también relucía encima de una pequeña cajita. Miré el precio. No era cara.

-¿Quieres que te la compre? –susurró Dougie, demasiado cerca de mí.

-No, gracias –dije. Me di la vuelta y volví al lado de Noelia.

Tom sacó una vez más la cámara y me pidió que me juntase a Harry. Lo hice. Harry me rodeó con un brazo y sonreímos. Tom echó la foto y se rió.

-Joder, macho. Hasta cuando no haces nada tienes suerte –dijo

-¿De que coño hablas, Tom? –preguntó Harry acercándose a su amigo. Le quitó la cámara de las manos y observó la foto-. Oh, venga. Todos sabemos que esto es un efecto óptico.

Me acerqué a ellos y miré la foto. La mano de Harry parecía estar agarrando mi teta derecha.

Me reí y golpeé a Tom levemente.

-Bueno, pero parece real ¿a qué si, Doug? –Tom le pasó la cámara y el miró la foto.

Danny se situó tras Dougie y observó la imagen.

-Que capullo eres, Harry. ¿Ya estás metiéndole mano a la chica? Que poca vergüenza –dijo fingiendo estar indignado.

-Mira quien vino a hablar. “Puedes hacer una ruta por la boca de Danny Jones…” –Harry imitó a la perfección el tono de Danny y su voz.

Éste le miró, divertido, y se abalanzó sobre él. Se pelearon de coña durante unos minutos y después seguimos caminando. Eran las cuatro y media cuando nos dejamos caer al lado de una fuente. Ahora, las nubes habían desaparecido por completo e incluso hacía un poco de calor.

Ellos empezaron a hablar del concierto que daban el sábado, concierto para el que nosotras teníamos entradas.

-Nosotras vamos a ir –dijo Noelia.

-De puta madre –dijo Danny, sonriendo.

-Danny tiene una pequeña tradición después de los conciertos –explicó Tom.

-Eso no es verdad. Solo pasó una vez –dijo Danny en su defensa.

Noelia se rió y dijo:

-Y, ¿qué es? ¿Coge a alguien del público y se la tira?

Tom estallo en risas, al igual que Dougie y Harry.

-Exacto –dijo Doug sin parar de reírse.

-Solo paso una vez, joder –dijo Danny. Se echó a reír también.

Mientras ellos reían, yo miraba al suelo, pensando. ¿Por qué enfadarme con Dougie? Él no tenía la culpa que a Danny se le hubiera escapado el comentario.

Maldito seas Daniel Alan David Jones, pensé.

Siempre puedes hacer como que no has oído nada, vaya, la voz de mi cabeza volvía al ataque. Además, no creo que Dougie sea así de capullo

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