Me apoyé contra él. Con Harry al lado, todo era mucho más sencillo. Con su mano en mi cintura, su boca en mi pelo, sus ojos en los míos…
-¿Chris? Me voy a ir a casa. Quiero hablar con Dougie de todo esto.
Noelia había tenido el detalle de no interrumpirnos y subir a su habitación cuando los chicos se marcharon.
-Claro, lo entiendo –dije.
-Y que sepas que voy a volver esta noche y le preguntaré a Noah si has llorado –se levantó y me miró-. Prométeme que no lo harás.
-Lo prometo –dije con una media sonrisa.
-Así está mejor –dijo Harry. Me abrazó y cogió mi cara entre sus manos-. Eres un cielo, y si Dougie es tan sumamente gilipollas como para no darse cuenta, entonces el se lo pierde.
-Vale. Por cierto, Harry –se dio la vuelta, interesado y me miró-. Es Noe, no Noah.
Puso los ojos en blanco mientras volvía sobre sus pasos y me levantaba en peso.
-Eres un encanto –dijo. Me besó en la mejilla y me bajó.
Después, se montó en el coche, donde seguramente irían los demás y se marchó.
Subí las escaleras y me dirigí a la habitación de Noe.
-¿Puedo pasar? –dije.
-Claro, entra.
Abrí la puerta y ella me miró. Me senté en la cama y comencé a contarle todo, detalle por detalle, gesto por gesto, mirada por mirada…
-Tía, de verdad que no puedo creer que Dougie haya hecho algo así. Parecía que le gustaras de verdad –dijo, abrazándome.
-Da igual. Lo superaré.
Llevábamos un rato hablando cuando sonó el timbre.
-Oh, lo había olvidado. Harry iba a venir a cenar. Le he invitado a cenar.
Bajé las escaleras y abrí la puerta.
-Hola, espero que no os importe que me acople a esta cenita. ¿No? Ya lo sabía. Hemos traído cerveza y helado, y por supuesto, cocinamos nosotros –dijo Danny, sin dejarme hablar ni un solo minuto.
Me besó en la mejilla y se dirigió, con una bolsa en la mano, a la cocina.
Harry entró un poco después, sonriendo. Él, Noelia y yo nos dirigimos a la cocina, donde Danny había sacado todo tipo de utensilios. Una sartén, un par de cucharas grandes, una olla, un colador…
-¿Qué mierda haces, Danny? –dijo Noelia.
-Primero, no es ninguna mierda, es nuestra cena, y segundo, “hacemos” no “hago”.
-Exacto –dijo Harry-. ¿Danny? Creo que deberíamos sacar a las señoritas de la cocina.
Harry me cogió por las piernas y me cargó en su hombro, y Danny hizo lo mismo con Noelia.
Pataleamos y nos reímos, pero no nos bajaron hasta llegar al sofá.
Harry encendió la televisión y nos miró.
-Ni se os ocurra mover un solo dedo. Hoy, nosotros somos los chefs, los camareros, y los caballeros –dijo Danny.
Les miramos conteniendo la risa y se marcharon. Charlamos durante un rato, y después escuchamos el sonido de unas baquetas contra la encimera. Nos reímos sin disimulo y nos dirigimos a la cocina. La mesa estaba completamente llena de velas. En los platos, había raviolli con queso rallado, tomate y orégano. Las copas contenían vino tinto, las servilletas estaban cuidadosamente colocadas sobre la mesa…
Habían apagado las luces de la cocina de modo que la única fuente de iluminación eran las velas.
Nos acercamos a la mesa. Danny retiró mi silla y después la empujó para que me sentase, y lo mismo hizo Harry con Noe.
Cenamos, mientras hablábamos del tema que yo tanto quería evitar.
-Dougie se siente como una mierda. Dice que se a portado como un capullo y tal… -dijo Danny-
-¡No jodas! Se ha portado como todo un caballero. Mejor incluso que vosotros dos con esta cena –dije con sarcasmo.
-Bueno, el caso es que está arrepentido, y le gustaría arreglar las cosas contigo –dijo Harry, masticando con cuidado.
Dejé el tenedor sobre la mesa y respiré hondo.
-No estás obligada a perdonarle, pero al menos… Escúchale. Es buen tío…Solo que a veces se pasa un poco… Pero es un buenazo –dijo Danny.
-Le defiendes porque es tu mejor amigo –dije.
-No, le defiendo porque se lo merece, porque se que si yo fuera él, me gustaría que me dieran una segunda oportunidad –dijo Danny mientras recogía su plato y se iba al salón
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