Tras besarme en la mejilla, siguió a Tom hasta la cocina. De repente, nos dimos cuenta de que también había una chica con ellos. La reconocimos al instante.
-Ya que mi novio está demasiado ocupado, me presento yo. Soy Giovanna –dijo con una sonrisa radiante.
-¿Qué Mcflyer no sabe quién eres? –Dijo Noelia-. Yo soy Noelia, pero estos cuatro…chicos, me dicen “Noah”.
-Yo soy Cristina, pero dime Chris –dije.
Giovanna sonrió y nos dirigimos al salón. Nos sentamos en el sofá y comenzamos a hablar.
-Y ahí tenéis a las tres chicas más guapas del mundo –dijo Tom, de repente.
La pantalla del ordenador estaba de cara a nosotras, así que, la cámara nos captaba.
-Decidles hola. Bueno, solo tú, Gio, porque si estas dos empiezan a hablar, no terminan en todo el día –dijo Doug.
-Vaya vaya, el niño de los comentarios graciosos –dije con sarcasmo.
-Lo sé, pero gracias por el cumplido –dijo riéndose.
Tom, como siempre, estaba saludando a todas las fans.
-Bueno…¿Cómo lleváis la estancia en Londres? ¿Os gusta? –Preguntó Gio.
-Pues nos encanta. Lo peor es el tiempo. En España, es mucho más cálido y seco.
Gio asintió.
-Bueno, pero también tiene cosas buenas. Más bien, personas buenas. Muy muy rematadamente buenas –dijo Noe, mirando el trasero de Danny.
-Ya decía yo que Danny pasaba mucho tiempo aquí –dijo Gio.
Nos reímos mientras Noelia nos contaba detalles. Y con detalles, me refiero a DETALLES.
Me levanté cuando Noelia encendió la televisión y Gio le preguntó como se portaba Tom. Entré en la cocina.
-Tu amiga Lucia, que está loca por mí, por cierto, dice que sois las tías con más suerte del mundo –dijo Danny.
-Y como ella, otras 97 han dicho que tenéis suerte.
Abrí el frigorífico y saqué una coca-cola. Doug aprovechó para coger una cerveza.
Me senté en el regazo de Harry y saludé a mis amigas.
Miré a Gio y a Noelia, que reían despreocupadamente y me dirigí de nuevo al salón.
-Oye, ¿me dais vuestros números de teléfono? –dijo Gio.
Escribió su número en mi Iphone y en la Blackberry de Noelia. Después, nos pasó su móvil y escribimos los números.
Después, le enseñamos la casa y volvimos al salón.
-Oye, ¿y cómo es vivir con ellos? –Pregunté.
-Bastante fácil. Son muy limpios, educados, y no hacen ruido ni al acostarse ni al levantarse. Excepto Dougie. Se levanta y tira el despertador al suelo todas las mañanas. Da igual que sea domingo o lunes –ese comentario sobre Dougie hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Un agradable escalofrío-. Oh pero lo mejor sin duda es que la casa parece un Zoo. Los perros de Danny, los lagartos de Dougie, los gatos de Tom…
Nos reímos, mientras Tom nos miraba con cara rara. Era impresionante como reaccionaba cuando escuchaba algo de sus gatos.
-Y no olvides los cuatro monos –dijo Noelia, lo bastante alto como para que los chicos escucharan lo que había dicho.
Gio se rió y se apoyó contra el respaldo del sofá. Miré a Noelia con una sonrisa en la cara. Giovanna era completamente adorable.
Mi móvil sonó. Era un mensaje de texto.
“Sube a tu habitación” eran las palabras que habían en el mensaje que había mandado Harry.
-Ahora vengo, chicas –subí las escaleras a toda prisa y abrí la puerta de mi habitación.
No niego que esperaba que todo fuera una artimaña de Dougie y que el que me esperara fuera él. Pero no, era Harry.
Estaba sentado en la cama, mirándome con una pícara sonrisa en el rostro.
Me acerqué y me cogió por la cintura. Sus manos recorrieron mi espalda. Me senté de cara a él sobre sus piernas y enrosqué las mías en su cintura. Sonrió.
-Ahora se supone que es cuando el vampiro le muerde a la chica indefensa ¿no? - Pregunté-. Te lo voy a poner fácil.
Me aparté el pelo hacia un lado y su boca se acercó a mi cuello. Otro escalofrío recorrió mi espalda mientras sus dientes recorrían la erizada piel de mi cuello. ¿Qué cojones me estaba pasando? Harry era mi mejor amigo, pero ya está. Nunca habíamos sido nada más. Pero el problema era que me gustaba. Me encantaba la reacción que provocaban sus manos en mi espalda y su aliento en mi piel. Me dejé llevar.
Su boca se movió al lóbulo de mi oreja. Algo comenzó a removerse en mi interior y un agradable hormigueo acudió a las palmas de mis manos.
De repente, bajé la cabeza y puse mis labios sobre los suyos, casi con prisa.
La boca de Harry se movió sobre la mía a un ritmo acelerado. Me agarré a su pelo y él gimió. Su mano derecha se metió por debajo de mi camiseta y la izquierda en el bolsillo de mis vaqueros. Tiró de mi camiseta hacia arriba y me la quitó. Aprisioné su labio inferior entre mis dientes. Bruscamente, me acostó en la cama y se quitó el cinturón que llevaba puesto, aun que, lo llevaba de adorno, porque sus pantalones estaban por la mitad de su culo. Me puse de rodillas, y el hizo lo mismo. Desabroché los botones de su camisa y se la quité. Harry me cogió de lo más bajo de mi espalda y me acercó a él. Desabroché su pantalón y él hizo lo propio con el mío. Ambos estábamos en ropa interior. Las manos de Harry se deslizaban por cada centímetro de mi piel, y las mías estaban en su pecho. Nuestras respiraciones eran jadeos agitados, interrumpidos a veces por un beso intenso. De repente, se separó un poco de mí. Me miró con sus intensos ojos azules.
-Chris, ¿estás segura de que quieres?
Mi única contestación fue un beso que le tumbó boca arriba.
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