jueves, 30 de septiembre de 2010

22.

-Esa hija de puta te a hecho un corte profundo –dijo Harry, examinando mi mejilla.
De repente, Carla se abrió paso entre la multitud y apareció ante nosotras con una cara de “estáis despedidas” que asustaba.
-¿Qué coño ha pasado aquí? –Preguntó.
Le conté la historia, mientras Dougie trataba de tranquilizarse.
-¿Todo por una foto, señor Poynter? –Dijo dirigiéndose a mi chico.
-Exacto. Ahora, que se prepare para las demandas que le voy a meter. Una por acosarme durante casi tres años y otra por agredir a mi novia –dijo el chico.
-Sáez, Martínez, acompañadme –dijo Carla, tras un rato de reflexión.
Dougie y Danny nos soltaron y seguimos a nuestra jefa por la puerta de servicio.
-Sabéis lo que tendría que hacer ahora, ¿no? ¡Debería despediros! –Gritó.
Miramos al suelo.
-Señorita Martínez. ¿Cree usted que es normal abalanzarse sobre un cliente y tirarle del pelo?
-Y ¿cree usted que es normal esa tía? Ha seguido a Dougie enfermizamente durante tres años, y mire. Nos ha clavado las uñas. Esa tía es de manicomio –comentó Noelia.
-Respóndame algo, Sáez… ¿El señor Poynter ha intentado impedir la pelea? –Me preguntó mi jefa.
-Por supuesto. Dougie no soporta las peleas.
Se quedó un rato callada y suspiró.
-Desde que ustedes están aquí, la gente viene más. Y todo por que son ustedes amigas de McFly.
“Vaya, así que la estirada lee prensa rosa” pensé.
-No puedo permitirme perder tanto dinero. Así que, no las despido, aún. Pero ya saben que a la próxima estarán fuera de inmediato.
Asentimos y salimos al ruido. Nuestros cuatro amigos estaban sentados en la barra. Al parecer, habían recuperado su estado de ánimo habitual.
Nos acercamos a ellos y les contamos lo que nos había dicho nuestra jefa.
-Oye, Doug. ¿Nos dejas las llaves del todoterreno? –Dijo Danny.
-Claro, ¿dónde vais? –Dijo Dougie sacando las llaves de su bolsillo.
Danny sonrió.
-No vamos a salir del coche –dijo.
-Uhhhh a mí me suena a polvo –dijo Tom.
Noelia le golpeó en el brazo.
Giovanna entró al local. Besó a Tom y nos miró.
-¿Dónde vais? –Preguntó a Danny y a Noelia.
-Al coche de Dougie –dijo Noelia.
-Uhhhh a mí me suena a polvo –dijo.
Todos miramos a la chica sonriendo.
-Bueno, ¿nos podemos ir o no? –Dijo Danny, impaciente.
-Que si, pesado. Largaos a hacer Danielitos por ahí –dijo Harry.
Salieron de la discoteca.
-En serio, estos dos tienen un problema –dije, señalando la puerta por la que acababan de salir nuestros amigos.
Dougie me rodeó con los brazos.
-Sí. Se pasan el día en la cama, joder. No me extraña que Danny esté en tan buena forma –dijo Giovanna.
-Pues ya ves, tía. La verdad es que está muy muy bueno –dije.
Tom y Dougie carraspearon a la vez y sonreímos.
-Oye, Haroldo. Si tú estás a pan y agua… ¿Cómo coño mantienes la forma? –Pregunté.
Harry me miró.
-Gimnasio y batería, mucha batería –dijo.
Ahí tenéis a Haroldo y sus pasiones, chicas. Algunas tardes, cuando quedábamos para ir a tomar algo, Harry se iba al gimnasio o a practicar con la batería.
-Este se está viendo con alguien, seguro –dijo Tom.
-No me estoy viendo con nadie, joder –rió Harry.
Dougie comenzó a recorrer mis caderas con las manos. Respiré hondo e intenté soltar la chorrada que había estado preparando, pero me salió algo parecido a “dmakljnhlsd”
-¿Qué? –Preguntó Giovanna.
Dougie me besó en el cuello y sus manos se metieron en mis bolsillos.
Estaba de espaldas a él apoyada contra su cuerpo, y él estaba sentado en uno de los taburetes.
Mordió el lóbulo de mi oreja y se rió.
Sentí su respiración contra mi pelo. Cerré los ojos y disfruté de la sensación.
-¡Disculpa! Iros a un hotel o algo –dijo Gio chasqueando los dedos frente a mi rostro.
Dougie se separó y apoyó su barbilla en mi cabeza.
-No es mala idea –susurré.
Tom se rió.
-O a mi coche, una de dos –dijo.
-Já, gracioso. Con una vez por noche en el asiento trasero de un coche es suficiente –dijo Dougie.
-O sea, ¿que también os lo habéis hecho en tu coche? –Preguntó Harry.
-Pues sí, y a mucha honra –contestó Dougie.
Giovanna y Tom estaban exactamente en la misma posición que nosotros. Tom sentado con la barbilla sobre la cabeza de ella y Gio apoyada contra él.
-Joder, tío. Tu coche es un puto picadero –dijo Harry.
-Sí, algo así –rió Dougie.
-¿Dónde se pide el número? ¿O solo con decirte que ahora nos toca a nosotros basta? –Dijo Tom.
Dougie le miró y le golpeó amistosamente en el hombro.

21.

-¿Nos vemos mañana? –Dije cerrando la cremallera de mis vaqueros.
-Por la mañana tenemos que ir a la radio y luego, a las 6 de la tarde, vamos a un programa de televisión. Pero por la noche…
- Mañana entro a las 10.
-Genial, pues nos vemos a las… ¿Siete y media? –Dijo.
-Claro –le besé y salí del coche.
Entré en el local por la puerta de empleados.
-En el asiento trasero de un coche… Que común –dijo Noelia, riéndose. La miré, preguntándome que había en mi aspecto que le hiciera tanta gracia. –Te ha dejado un regalito en el cuello.
Saqué el espejito que llevaba en el bolso y observé mi cuello. Un chupetón del tamaño de una nuez había aparecido cerca de la clavícula. Sonreí y guardé el espejo otra vez.
Poco después, nos pusimos a limpiar la discoteca, ya que a las diez empezaba a llegar gente.
A las once y media, el local estaba lleno.
-¡Disculpa! ¿Me pones dos de ron con cola?
Miré al chico que me los había pedido y le reconocí. Era Alex, el éxito del hotel.
-¿Alex? ¡Oh, Dios mío! Cuanto tiempo –saqué dos vasos de debajo de la barra y les puse hielo. – ¿Cómo te va todo?
Me dí la vuelta para coger la botella de ron.
-Bastante bien, la verdad. He venido con unos colegas, a ver si encuentro a alguna chica que merezca la pena –gritó para hacerse oír  por encima del ruido.
-¿Y cómo va tu búsqueda?
-Genial. De hecho, ahora mismo estoy hablando con alguien que merece la pena.
Saqué dos latas de coca-cola del frigorífico que tenía a mis pies y vertí su contenido en los vasos.
-Me halagas, pero tengo novio –un novio perfecto, guapo e irresistiblemente adorable.
-Ya, pero él no tiene por que enterarse –dijo.
-Lo siento, Alex, pero no –deslicé sus copas por la barra y me pagó.
-Si cambias de idea, estoy en la pista.
Se marchó y seguí atendiendo clientes.
-Perdona. ¿Agua no tenéis? Le prometí a mi novia que no iba a beber si salía.
Me giré y observé a Danny, que se reía.
Tras él, vi a Tom, rodeado por un grupo de chicas.
-¿Seguro que quieres agua? –Dije para seguir con la coña. – ¿Dónde está Dougie?
Danny señaló con el pulgar otro grupo de chicas y le ví. Me miró, sonriendo y se abrió paso hasta la barra. Se apoyó en la madera y me miró.
-¿Qué me ofreces, camarera? –Preguntó.
-Te ofrezco lo que quieras –dije. Me acerqué y él me besó. –Ahora en serio. ¿Qué queréis tomar?
-Cuatro cervezas –dijo Danny.
Las puse sobre la barra y Danny pasó un billete por ella.
Lo metí a la caja registradora y le di el cambio.
-¿No te dejan salir ni cinco minutitos? –Dijo Dougie.
Miré su reloj.
-Dentro de diez minutos tengo un descanso de media hora.
-Vale, pues te espero por ahí –me volvió a besar y se alejó. Vi que se reunía con Harry y con Tom y que empezaban a bailar.
Cuando miré a mi derecha, vi a Danny y a Noelia compartiendo babas.
-¿Hola? Como te vea Carla te mata –dije.
Carla era nuestra jefa. Nos advirtió que si venían nuestras parejas, lo mejor era seguir con normalidad, aun que no estaba prohibido besarles.
Noelia me tiró un trapo a la cabeza y se rió. Danny se dirigió a la pista con sus compañeros.
Los diez minutos se me hicieron eternos, pero finalmente, Carla vino a decirnos que podíamos salir un rato.
Busqué a Dougie y le encontré un poco más adelante, haciendo el gilipollas con Danny, Harry y Tom.
Una chica rubia le observaba con interés. Me acerqué a él y me miró. Me cogió por la cintura y le besé.
Su mano se dirigió a mi trasero y su boca se movió sobre la mía.
Danny se fue a buscar a Noelia.
-¿Estás contento? –Pregunté. –Ya estoy fuera.
Asintió y sonrió.
Se acercó para besarme otra vez, pero nos interrumpieron.
-Disculpa, Dougie. ¿Puedes echarte una foto conmigo? –La chica rubia me miraba con odio.
-Claro. Cielo, ¿la echas tú? –Me preguntó Dougie.
Cogí la cámara de la chica y ellos se juntaron. La chica colocó una mano alrededor de la cintura de Doug y otra en su pecho. Dougie se metió las manos en los bolsillos.
-Oh, venga cielo. No seas seco. Pásala un brazo por los hombros.
Dougie me miró y rodeó los hombros de la chica.
Se disparó el flash y Doug se separó.
La chica le miró y Dougie sonrió forzadamente.
-Soy Sasha, pero me dicen Shash –dijo, negándose a que mi novio se alejara de ella.
-Creo que ya me lo habías dicho, Sasha. Una de las veces que “casualmente” hemos coincidido.
Dougie se colocó a mi lado y le pasé la cámara de fotos a Sasha.
-Sasha, creo que… -empezó Dougie, pero la chica le cortó.
-Shash –corrigió ella.
-Vale, Sasha. Deberías dejar de seguirme.
-¿No te das cuenta de que estamos hechos el uno para el otro? Ambos tocamos el bajo, ambos somos rubios, ambos con los ojos azules, tenemos un amigo batería, cantamos bien, somos guapos…
-Diferencia: Yo quiero a Chris, no a ti.
-Si, pero las cosas pueden cambiar. Es poquita cosa para ti –me miró. – ¡Furcia!
Me acerqué a ella y la miré a los ojos, desafiándola a decir algo más.
Desde donde estaba, podía percibir su olor a alcohol.
De repente, su mano se estrelló contra mi cara y una de sus uñas me arañó la mejilla izquierda.
Me enfurecí y Dougie me sujetó por los brazos.
-¡NO VUELVAS A TOCARME EN TU PUTA VIDA! –Grité. La  música se había parado, y los encargados de seguridad se acercaron a nosotros. Danny se sumó a los intentos de retenerme, y Tom y Harry se pusieron detrás de la chica.
Pero no fue Sasha la que atacó.
Como surgida de la nada, Noelia se abalanzó sobre ella y la agarró del pelo.
-¡Tú! ¡Puta! Te voy a matar ¿Cómo se te ocurre tocarla, pedazo de zorra? –Preguntó mi mejor amiga, tirando del rubio cabello de Sasha.
La chica gritó y trató de apartar a Noelia, pero no lo consiguió. Noelia le dio un par de rodillazos en la pelvis y la zarandeó, cogiéndola del pelo.
-Grandísima hija de puta –volvió a decir.
Danny cogió a su novia de la cintura y la puso a mi lado. La miró y sonrió, orgulloso.
Cuando observé a Noelia, vi que tenía las marcas de las uñas de Sasha en el brazo.
Los empleados de seguridad se llevaron a Sasha fuera del local.
Un murmullo se extendió en la sala.

domingo, 26 de septiembre de 2010

20


Andrea, tan guapa como siempre, apareció frente a nosotras.
Tras saludarla, la condujimos al salón. No sabía como reaccionaría, pero era una falta de educación no presentarles.
En cuanto les vio, su expresión cambió. Parecía furiosa.
Consiguió controlarse y dije:
-Andy, estos son Tom, Dougie, Danny y Harry.
Al parecer, por el que más aversión sentía era por Harry. Saludó a Dougie con un apretón de manos y sonrió forzadamente a Danny y Tom. Pero a Harry no le dirigió ni una mirada. En cambio, Harry si la miraba a ella. La miraba como si un ciego viera por primera vez la luz del sol. Estaba fascinado.
Pasamos las tres semanas siguientes hablando, aun que Andrea no quisiera.
Una tarde, Dougie se ofreció a llevarnos al trabajo.
-Os podéis quedar aquí, si queréis. Tomad –les dejé mis llaves a Tom, Harry y Danny, ya que Noelia llevaba llaves de casa también, y me levanté.
Dougie cogió las llaves de su coche, un todoterreno, y se montó en el asiento del conductor. Yo me senté a su lado, en el del copiloto y mi mejor amiga detrás.
Le dimos indicaciones hasta llegar a la discoteca donde trabajábamos como camareras. Noelia bajó del coche y Dougie me miró.
-¿A qué hora terminas? –Preguntó.
-A las 3 de la mañana- respondí-. Pero eso es solo los viernes y los sábados. Normalmente, termino a las doce.
-Oh…Te iba a decir si querías que me pasara por tu casa cuando terminaras, pero eso sería tarde –dijo-. ¿Quién os lleva a casa después?
-Una chica que trabaja con notrotras.
Dougie asintió en silencio.
-Me queda media hora para entrar -dije agarrando el cuello de su camiseta.
Nos trasladamos al asiento trasero y Dougie se quitó el pantalón.

lunes, 20 de septiembre de 2010

19.

Llevábamos tanto tiempo con los chicos que la reacción de Sandra nos pilló por sorpresa.
-¡OH DIOS MÍO! –Gritó.
-Mierda –susurré.
-¡Sandra! ¡Sandra! Tranquila –dijo Noelia.
Demasiado tarde. Sandra se abalanzó sobre Harry, tumbándole en el sofá.
La agarré por detrás e intenté apartarla, pero era como si estuviera pegada a Harry con pegamento. Tom me ayudó.
-¿Qué coño haces? –Pregunté.
-¡Tía! ¡Es Harry Judd! No me voy a quedar como una niña buena sin hacer nada –gritó intentando que la soltara.
-Es una persona, Sandra. No puedes abalanzarte así, como si fuera un colchón inflable.
-Es Harry Judd –repitió como si eso fuera razón suficiente.
-Chris, ¿podemos hablar en la cocina un segundo? –Preguntó Dougie.
-Claro.
Nos metimos en la cocina y me miró.
-¿Puedes explicarme eso? –Preguntó señalando el salón.
-Es Sandra, una groupie que adora a Harry. Bueno, más bien quiere tirarse a Harry. Seguramente se lo tiraría un par de veces y después se olvidaría de él –dije.
-Y ¿por qué coño la habéis invitado?
-No la hemos invitado. No se que cojones hace aquí. Tal vez les pidió la dirección a mis padres. Es mi vecina. Noe la conoce por Internet. Te juro que no se como ha venido sin avisar.
-¿Qué vais ha hacer? –Dijo Dougie más relajado.
-Hablar con ella y preguntarle cuanto tiempo va a quedarse, y…
Los labios de Dougie estaban recorriendo mi cuello y perdí el hilo de mis pensamientos.
Se rió. Presionó su boca contra la mía. Jugó con mi lengua mientras yo intentaba respirar. Estaba sentada en la encimera y Dougie de pié frente a mí.
Alguien carraspeó desde la puerta y Dougie sonrió.
-Lo siento.
-No pasa nada, Harry –dije.
Parecían haber pasado meses en vez de horas desde mi “encuentro” con Harry.
Dougie se dio la vuelta y apoyó la espalda contra mí. Le besé en la mejilla y sonrió, como cuando le regalas un juguete a un niño pequeño.
Harry cogió una silla y se sentó.
-Tú “amiga” es un coñazo. Que pesada, joder. Ha repetido “Harry, que bueno estás” unas quince veces.
Dougie se rió.
-No tiene ni puta gracia, Doug –añadió Harry.
El bajista se tapó disimuladamente la boca con una mano.
-Si se va ha quedar mucho tiempo, no me vas a ver el pelo por aquí –dijo mi mejor amigo.
-Tiene 17 años, por Dios. Pasa de ella.
Harry nos miró y repentinamente sonrió.
-¿Debería interpretar esto como que estáis juntos por fin? –Preguntó.
Miré a Dougie y él me devolvió la mirada.
-Eso lo decide ella –dijo.
Sonreí y le acaricié el pelo.
-Por supuesto –dije.
La cara de Dougie formó la más encantadora de las sonrisas.
-Pues ahora es cuando el mejor amigo de ella, que se la ha tirado hace unas horas y después se ha dado cuenta de que había sido un error, dice: Enhorabuena.
-Gracias, Harry –dije.
-Bueno, os dejo un poco de intimidad, pero no tardéis mucho –dijo.
Cerró la puerta al salir y Dougie se giró. Apoyó las manos en la encimera, a ambos lados de mi cadera, y me miró.
-Eres preciosa.
Le di un beso y me bajé de la encimera. Dougie se colocó detrás de mí y me rodeó con sus brazos.
-Te quiero –dije.
-Y yo a ti, mi vida.
Tras unas cuantas ñoñerías más, nos dirigimos al salón. Noelia estaba sentada junto a Danny, que la estaba acariciando el pelo. Giovanna con Tom, que la había rodeado con un brazo, y Harry de pié con los brazos cruzados, lo más alejado posible de Sandra, que le miraba desde el sillón.
-¿Qué haces aquí, Sandra? –Pregunté.
-Queríamos veros –dijo.
-¿Queríamos? –Dijo Noelia.
-Mi hermana y yo, por supuesto.
-¿Tiene una hermana? –Preguntó Harry, aterrado.
-¿Andrea está aquí? –Pregunté sorprendida.
Andrea era el polo opuesto a su hermana. Pálida, de pelo oscuro y ondulado y extremadamente agradable. Todo el mundo la adoraba. Lo único que nos había enfrentado alguna vez era su odio por McFly. Pasarse todos los días escuchando hablar de Harry, había hecho que desarrollara una potente antipatía por los cuatro chicos.
-Claro, si no, no me hubieran dejado venir –dijo Sandra.
Harry susurró algo como “tu hermana podía haberse quedado en casa, bonita”.
Dougie y yo, que nos hallábamos junto a él, le escuchamos perfectamente, pero los demás no.
Contuvimos la risa.
-Y… ¿Dónde está? –Preguntó Noelia.
-Oh, está buscando hotel. Por supuesto, no pensábamos acoplarnos en tu casa.
Sacó su móvil y marcó el número de su hermana.
Le dijo donde estábamos y unos minutos después, llamaron al timbre.

domingo, 19 de septiembre de 2010

18.

Poco después, volvimos al salón. Dougie agarró mi mano. Ese simple gesto me hacía feliz, de una forma u otra.
-Harry lo ha soltado todo –dijo Danny-. Pero Chris, dime algo… ¿Qué tiene Dougie que no tenga Harry?
-Tiene una personalidad despreocupada, liberal, adorable…
-Vale… ¿Y su físico? ¿Qué te llama la atención de su físico?
-Danny. Si tuviera que guiarme por el físico, aun que Dougie es perfecto en ese sentido, te elegiría a ti. Para ser objetivos, tú eres el más guapo. Pero claro, para gustos los colores. El más guapo para Gio es Tom y para mí es Dougie –dije.
-Vale, auto contestaré a mi pregunta. Es por Willy –dijo Danny.
-En cierto modo –bromeé.
-Willy ya se ha hecho mayor, ¿eh, Doug? Ya es un ser con vida propia –dijo Tom.
-Si. Y papi Doug está muy orgulloso de él –dijo Dougie, acariciando la parte delantera de su pantalón.
Sonreí.
Dougie tiró de mí hasta un sillón que teníamos. Me senté sobre sus rodillas y me eché hacia atrás. Me rodeó con los brazos mientras me besaba en la nuca. Coloqué mis manos sobre las suyas.
-Son las 7, chicos. Os invitamos a cenar –dijo Tom, mirándonos.
-Oh, no hace falta. Además, a las 9 entramos a trabajar –dije.
-Bueno, de aquí a las 9 habremos terminado –dijo Harry.
Miré a Noelia y me encogí de hombros. Salimos del salón, y en ese momento llamaron al timbre.
Abrí. Una chica de pelo rubio y corto, gordita y baja nos miraba sonriendo.
Mis ojos se abrieron como platos mientras mi cabeza la reconocía.
Sandra. Era una de las “groupies” que más conocía. Y por supuesto, era española.
La abracé sin mucho entusiasmo, y mientras Noelia la abrazaba también, vi que había traído maletas.
-Pasa –dije cogiendo una de las maletas. Ella cogió otras dos y entramos en casa.
-¡Vaya! Es preciosa –dijo, alabando nuestra casa.
Le indiqué que dejara las maletas junto a la puerta.
Después, fuimos al salón.

viernes, 17 de septiembre de 2010

17.

Respiré hondo y Harry se quitó de encima. Se acostó boca arriba a mi lado, jadeando pero sonriendo.
-Creo que esto supera el diez –dijo, inspirando y acariciando mi pierna derecha.
Me reí como una invécil. Hacía frío. Cogí una manta que había a los pies de mi cama y nos cubrí con ella.
Me acurruqué junto a Harry y él me abrazó. Era una manera genial de entrar en calor. Tras un largo rato, nos vestimos y bajamos al salón. El video chat habría terminado hacía tiempo. En realidad, no sabía cuanto tiempo llevábamos ausentes. Por desgracia, ninguno de nuestros amigos era tonto.
-¿Qué tal? –Dijo Danny, en un claro intento de sonsacarnos algo.
-¿Habéis tenido juerga? –Tom no se callaba una.
Giovanna y Noelia nos miraban, deseosas de que les contase algo.
Un rubor de vergüenza inundó mi cara, y la cara de Danny expresó una felicidad descomunal.
A mi lado, Harry se puso tenso. Le miré. Su vista estaba clavada en Dougie, que estaba de espaldas a nosotros, contemplando el fuego.
Harry me miró. Le cogí de la mano y él me dio un apretón mientras sonreía.
Tiré de él hacia la cocina y cerré la puerta.
Harry se sentó y me miró.
-Está hecho mierda –dijo.
-No tiene por qué.
-Chris, él te quiere.
-Bueno pues yo a él no -¡MENTIRA, CHRIS! Eso es una puta mentira.
Tenía muy claro lo que sentía por Dougie. Le quería. Con cada célula, con cada gota de mi sangre, con cada respiración… Vivía por y para él.
En cambio lo que sentía por Harry no estaba nada claro.
¿Amor? ¿Amistad? ¿Era posible amar tan intensamente a dos personas? La respuesta inundó mis pensamientos como si hubiera colocado la última pieza de un rompecabezas.
Miré a Harry y vi su expresión, idéntica a la mía.
-Creo…Creo que hemos… Confundido los sentimientos. Te quiero, muchísimo, pero es amor de “hermanos”… Te quiero como mi mejor amigo que eres. Ha sido un error –dije del tirón.
-Estoy totalmente de acuerdo. Esto no debería haber pasado –dijo Harry.
-Aunque…No ha estado mal. Eres el que tiene la energía, tanto en el escenario como en la cama. Eres alucinante –dije.
-Oh, pues…Gracias, supongo... Tú tampoco has estado nada mal –dijo Harry, sonriendo.
Sonreí y le ofrecí una cerveza.
-¿Puedo darte un consejo? –Añadió Harry-. Si de verdad quieres a Doug, y no intentes negarlo porque te mataré, no lo dejes escapar. No cometas el puto error que cometió él.
Asentí y le abracé.
-Te quiero mucho, hermanito.
-Yo más, hermanita. Sabes que estoy aquí para lo que necesites. Si es un polvo, yo me ofrezco voluntario –dijo. Capté la coña y me reí.
Salimos de la cocina y nos encontramos una escena extraña. Dougie seguía de espaldas, observando el fuego y los otros cuatro estaban en absoluto silencio, mirándole.
Harry se acercó a él.
-¿Qué pasa, tío? –Dijo el batería.
Doug se encogió de hombros.
-Tío, anímate.
Dougie levantó la cabeza y miró a Harry. Éste le susurró algo y unos minutos después, Dougie y Harry se abrazaron.
-Oh, Pudd –dijo Noelia
-¿Cómo has dicho? –Preguntó Danny -. ¿Pudd?
-Si, Pudd. Pero también está Pones, de Poynter y Jones; Fludd, de Fletcher y Judd; Flones, de Fletcher y Jones; Floynter, de Fletcher y Poynter…
-Vaya –susurró Tom, asombrado.
-Oh, se te olvida uno. Tiovanna, de Tom y Giovanna –dije.
La pareja se miró y sonrió.
-Entonces… Daelia sería… ¿Danny y Noelia? –Preguntó Danny.
-Exacto –susurró.
-Mola más Crougie, de Chris y Dougie –dijo el bajista.
-¿Crougie? Suena a marca de cereales –dijo Danny.
Las risas se extendieron por el salón.
-Tiovanna –repitió la novia de Tom lentamente –suena genial.
Mientras ellos hablaban del tema, cogí a Dougie por la mano y le saqué del salón.
Me miró y me acarició un brazo.
-Fui un capullo. Me porté como un puto invécil. Lo siento.
-No tienes que sentirlo, Dougie… Me ilusioné y…
-No intentes quitarme la culpa… ¿Hay alguna manera de que te…ilusiones otra vez? De que… ¿podamos estar juntos y olvidarlo todo? –Preguntó, cogiendo mi cara entre sus manos.
-Claro que si –dije, sonriendo.
Sus ojos azules se iluminaron. Dibujó círculos con los pulgares en mis mejillas y apoyó su frente contra la mía.
Mis manos colgaban a ambos lados de mi cuerpo.
-¿Eso significa que estoy perdonado? –Preguntó.
-Por supuesto –dije. Se acercó un poco más a mi boca.
-Te quiero –susurró.

martes, 14 de septiembre de 2010

16.


Tras besarme en la mejilla, siguió a Tom hasta la cocina. De repente, nos dimos cuenta de que también había una chica con ellos. La reconocimos al instante.
-Ya que mi novio está demasiado ocupado, me presento yo. Soy Giovanna –dijo con una sonrisa radiante.
-¿Qué Mcflyer no sabe quién eres? –Dijo Noelia-. Yo soy Noelia, pero estos cuatro…chicos, me dicen “Noah”.
-Yo soy Cristina, pero dime Chris –dije.
Giovanna sonrió y nos dirigimos al salón. Nos sentamos en el sofá y comenzamos a hablar.
-Y ahí tenéis a las tres chicas más guapas del mundo –dijo Tom, de repente.
La pantalla del ordenador estaba de cara a nosotras, así que, la cámara nos captaba.
-Decidles hola. Bueno, solo tú, Gio, porque si estas dos empiezan a hablar, no terminan en todo el día –dijo Doug.
-Vaya vaya, el niño de los comentarios graciosos –dije con sarcasmo.
-Lo sé, pero gracias por el cumplido –dijo riéndose.
Tom, como siempre, estaba saludando a todas las fans.
-Bueno…¿Cómo lleváis la estancia en Londres? ¿Os gusta? –Preguntó Gio.
-Pues nos encanta. Lo peor es el tiempo. En España, es mucho más cálido y seco.
Gio asintió.
-Bueno, pero también tiene cosas buenas. Más bien, personas buenas. Muy muy rematadamente buenas –dijo Noe, mirando el trasero de Danny.
-Ya decía yo que Danny pasaba mucho tiempo aquí –dijo Gio.
Nos reímos mientras Noelia nos contaba detalles. Y con detalles, me refiero a DETALLES.
Me levanté cuando Noelia encendió la televisión y Gio le preguntó como se portaba Tom. Entré en la cocina.
-Tu amiga Lucia, que está loca por mí, por cierto, dice que sois las tías con más suerte del mundo –dijo Danny.
-Y como ella, otras 97 han dicho que tenéis suerte.
Abrí el frigorífico y saqué una coca-cola. Doug aprovechó para coger una cerveza.
Me senté en el regazo de Harry y saludé a mis amigas.
Miré a Gio y a Noelia, que reían despreocupadamente y me dirigí de nuevo al salón.
-Oye, ¿me dais vuestros números de teléfono? –dijo Gio.
Escribió su número en mi Iphone y en la Blackberry de Noelia. Después, nos pasó su móvil y escribimos los números.
Después, le enseñamos la casa y volvimos al salón.
-Oye, ¿y cómo es vivir con ellos? –Pregunté.
-Bastante fácil. Son muy limpios, educados, y no hacen ruido ni al acostarse ni al levantarse. Excepto Dougie. Se levanta y tira el despertador al suelo todas las mañanas. Da igual que sea domingo o lunes –ese comentario sobre Dougie hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Un agradable escalofrío-. Oh pero lo mejor sin duda es que la casa parece un Zoo. Los perros de Danny, los lagartos de Dougie, los gatos de Tom…
Nos reímos, mientras Tom nos miraba con cara rara. Era impresionante como reaccionaba cuando escuchaba algo de sus gatos.
-Y no olvides los cuatro monos –dijo Noelia, lo bastante alto como para que los chicos escucharan lo que había dicho.
Gio se rió y se apoyó contra el respaldo del sofá. Miré a Noelia con una sonrisa en la cara. Giovanna era completamente adorable.
Mi móvil sonó. Era un mensaje de texto.
“Sube a tu habitación” eran las palabras que habían en el mensaje que había mandado Harry.
-Ahora vengo, chicas –subí las escaleras a toda prisa y abrí la puerta de mi habitación.
No niego que esperaba que todo fuera una artimaña de Dougie y que el que me esperara fuera él. Pero no, era Harry.
Estaba sentado en la cama, mirándome con una pícara sonrisa en el rostro.
Me acerqué y me cogió por la cintura. Sus manos recorrieron mi espalda. Me senté de cara a él sobre sus piernas y enrosqué las mías en su cintura. Sonrió.
-Ahora se supone que es cuando el vampiro le muerde a la chica indefensa ¿no? - Pregunté-. Te lo voy a poner fácil.
Me aparté el pelo hacia un lado y su boca se acercó a mi cuello. Otro escalofrío recorrió mi espalda mientras sus dientes recorrían la erizada piel de mi cuello. ¿Qué cojones me estaba pasando? Harry era mi mejor amigo, pero ya está. Nunca habíamos sido nada más. Pero el problema era que me gustaba. Me encantaba la reacción que provocaban sus manos en mi espalda y su aliento en mi piel. Me dejé llevar.
Su boca se movió al lóbulo de mi oreja. Algo comenzó a removerse en mi interior y un agradable hormigueo acudió a las palmas de mis manos.
De repente, bajé la cabeza y puse mis labios sobre los suyos, casi con prisa.
La boca de Harry se movió sobre la mía a un ritmo acelerado. Me agarré a su pelo y él gimió. Su mano derecha se metió por debajo de mi camiseta y la izquierda en el bolsillo de mis vaqueros. Tiró de mi camiseta hacia arriba y me la quitó. Aprisioné su labio inferior entre mis dientes. Bruscamente, me acostó en la cama y se quitó el cinturón que llevaba puesto, aun que, lo llevaba de adorno, porque sus pantalones estaban por la mitad de su culo. Me puse de rodillas, y el hizo lo mismo. Desabroché los botones de su camisa y se la quité. Harry me cogió de lo más bajo de mi espalda y me acercó a él. Desabroché su pantalón y él hizo lo propio con el mío. Ambos estábamos en ropa interior. Las manos de Harry se deslizaban por cada centímetro de mi piel, y las mías estaban en su pecho. Nuestras respiraciones eran jadeos agitados, interrumpidos a veces por un beso intenso. De repente, se separó un poco de mí. Me miró con sus intensos ojos azules.
-Chris, ¿estás segura de que quieres?
Mi única contestación fue un beso que le tumbó boca arriba.

lunes, 13 de septiembre de 2010

15.

Fuera estaba lloviendo, situación a la que me costaba acostumbrarme, a pesar de que llovía todos los días. Conseguí que la página se cargara. Les pasé el link a mis amigas y de repente, empezaron a llegar comentarios. Harry saludó con la mano y sonrió. Los mensajes que llegaban ahora estaban en inglés, pero básicamente decían: “Oh, no me lo puedo creer”. “Cris, que suerte tienes, cabrona”. “¡Harry! ¡Te amo!”

-Chicas, ¿nos oís? –Preguntó Harry, mostrando su experiencia en los video-chats.

Al menos cincuenta mensajes de afirmación llegaron en un minuto.

“¿Dónde están los demás?

-Tom y Dougie están en su casa. Viven juntos de nuevo los cuatro, chicas. Danny está… En la cocina, robándonos la comida a Noelia y a mí –dije intentando encubrir esa relación tan extraña.

Por la mañana actuaban de forma normal, casi se ignoraban, pero por la noche, no me dejaban dormir.

Casi agradecía que algunas noches Danny tuviera conciertos o presentaciones.

Las chicas captaron que la palabra robar iba de coña.

“¿Y Noelia donde está?”

-¡Noe! ¡Baja! Tengo una sorpresa.

Unos segundos después, Danny y Noelia bajaron, gracias a Dios, vestidos.

Otra vez, nuestras amigas de España mandaron mensajes.

“¡Os echamos de menos! Seis meses es demasiado, no podemos esperar tanto para veros.” A esta la reconocimos. Era Celia.

-¡Celia! ¡Hola! –Gritó Danny tras escucharnos decir el nombre.

Los dos chicos saludaron a las fans, que de alguna manera, se habían enterado de que McFLY estaba haciendo un video-Chat en directo. Brasileñas, australianas, británicas, americanas, alemanas,… Todas.

-Tal vez se han enterado por el tweet que el “sabio” Danny Jones acaba de mandar –dijo Harry.

-¿Y qué? ¡Son fans!

Cogí mi móvil y llamé a Tom.

-¿Si?

-Tom, soy Cris. ¿Podéis venir a casa? Es que a Harry se le ha ocurrido que era buena idea hacer un video-chat, y las fans preguntan por vosotros.

-Claro, vamos ahora mismo. ¡Doug!... –colgó.

Trasladamos el portátil a la cocina, mientras Harry sacaba cosas de la nevera.

Conforme estaba colocado el ordenador, se veía perfectamente la puerta principal de la casa.

“Danny, Will you marry me?” preguntó una fan.

Danny rió y dijo.

-Cuando quieras y donde quieras.

Se llevó un trozo de sándwich a la boca y lo masticó.

En ese momento, llamaron a la puerta. Noelia y yo nos dirigimos a ella y mi amiga abrió.

-Hola, chicas –Tom nos dio un beso a cada una en la mejilla y se dirigió corriendo al ordenador.

-Hola, Noe, ¿qué tal? –Dougie abrazó a mi mejor amiga y me miró-. Chris.

-Hola, Dougie –dije, sonriendo. Dougie no había pisado nuestra casa desde que nos peleamos.

Metió las manos en los bolsillos y miró a todas partes excepto a mi casa.

-Me alegro de verte otra vez –dije. Dougie me miró y sonrió.

jueves, 9 de septiembre de 2010

14.

Danny se duchó, al igual que Harry, mientras éste bajaba y preparaba café. Desayuné mientras Harry llamába a Tom para decirle que llegaban en cinco minutos. Danny bajó las escaleras, con esa cara de gilipollas que se te queda después de hacer el amor con alguien, pues bien, Danny la tenía.
-¿Sabes? Creo que voy a insonorizar mi habitación, por si vuelves por aquí -dije.
Se rió y se sirvió una taza de café. Harry no dejaba de mirarme.
-¿Y tú por que la miras tanto? -dijo Danny, golpeando a Harry.
Harry sonrió.
-Ella lo sabe -dijo simplemente.
Y vaya que si lo sabía. El beso que Harry, mi mejor amigo, me había dado esa mañana no sería fácil de olvidar.
-La has besado, ¿a que sí? -dijo Danny, con una sonrisa de autosuficiencia.
-¿Cómo cojones te enteras de todo? -preguntó Harry.
-Oh, por favor. A lo largo de mi corta vida, he besado a 1.758 chicas. Si, no pongáis esa cara, que fue por lo del "Día Besa A Mcfly". Bueno, pues sé exáctamente la cara que se le queda a una chica cuando la besan por sorpresa. Y esa cara es la que Chris tiene ahora mismo. Se está debatiendo entre, lanzarse a tu cuello o quedarse quietecita y seguir siendo amigos.
Miré sorprendida a Danny, negándome a admitir que eso era verdad. Aunque lo era.

El tiempo siguió pasando, y cuanto mas pasaba, más quería a Harry. Dougie y yo no habíamos hablado aún, más que nada porque yo lo evitaba continuamente.
Una tarde de diciembre, Harry estaba en casa, como no. Danny, arriba, con Noelia y yo sentada con el Iphone en la mano, concentrada en hablar con la mayor cantidad de gente posible.
"Venga tia, cuentanos algo más. ¿Harry está bueno en persona?"
"¿Cómo es la voz de Danny?"
"¿Dougie es alto o bajito?"
"¿El hoyuelo de Tom es tan adorable como parece?"
Escribí una respuesta a Vicky, otra a Gema, otra a Carol....
Después, me pidieron que me transladara a un portátil. Me senté junto a Harry y encendí la cam del ordenador. Harry entró en una página donde ellos hacían los Video Chats y esperé a que se cargase.

martes, 7 de septiembre de 2010

13.

Nos quedamos unos minutos en silencio. Harry y Noelia seguían comiendo, pero yo no. Estaba pensando en lo que había dicho Danny. Yo sabía que tenía razón. Que Dougie era maravilloso, buen chico, amable, un poco cabroncete, si, pero buena gente.


Me levanté.

-¿Me disculpáis un momento si voy a hablar con Danny?

-Claro, ve –dijo Noelia.

Me dirigí al salón y me senté junto a Danny, que había cogido su Iphone y estaba twitteando.

Cogí el mío y entré a Twitter. El tweet de Danny apareció el primero.

“Harry y yo estamos comiendo en casa de unas amigas. Hoy, Harry y yo hemos sido los cocineros. Aunque la velada no está saliendo tal y como pensaba”.

Comencé a escribir una respuesta a su tweet.

“No, no va como habíamos pensado, pero si hablamos…”


Danny suspiró y metió el Iphone en su bolsillo.

-Dougie…

-Lo sé. Se que es bueno, amable, y todo eso. Y estoy dispuesta a hablar con él. Pero no ahora, ni mañana. Quizá ni la semana que viene, pero lo haré. Tarde o temprano.

Danny sonrió y volvió a sacar su Iphone.

“Dougie, Tom, por aquí se os echa de menos.”

Le abracé y él me acarició el pelo.

-Eres un amigo de puta madre. Dougie tiene que estar orgulloso.

-Bah, no es para tanto –hizo una pausa-. Vale, si lo es. Soy de lo mejor que hay.

Le golpeé cariñosamente en el hombro, mientras él exhibía su perfecta y blanca sonrisa.

Nos fuimos a la cocina otra vez, donde Harry y Noelia estaban charlando.

Poco después, convencimos a los chicos de que se quedaran a dormir. Danny aceptó enseguida, pero Harry se mostró más reacio.

-Oh, venga, tío. Una noche, ya ves tú. En una noche no puede pasar nada –dijo Danny.

Obviamente, Danny se equivocaba.

Los gemidos de Noelia retumbaban en las paredes. A eso de las 12:30, alguien tocó a mi puerta.

Harry entró y se tiró en la cama, a mi lado.

-Vaya, vaya con Danny. Al final a pillado cacho y todo –dijo.

Me apoyé contra su pecho y reí.

-Con que en una noche no puede pasar nada, ¿eh, Danny?

Nos reímos durante unos diez minutos. Si, se que parece exagerado, pero como os conté antes, con Harry al lado, todo era mucho mas sencillo.

Nos quedamos dormidos, abrazados, y a la mañana siguiente, me desperté un poco aturdida. Harry aún dormía, sin camiseta y con la mano derecha en mi cintura. Mi cabeza estaba apoyada en su amplio pecho, y mis manos, cerradas entorno a su cuerpo.

Intenté levantarme, pero Harry me tenía sujeta con fuerza. Finalmente, acabé despertándole a él también.

-Buenos días –susurró sonriendo.

-Hola –dije.

Cogió su móvil y miró la pantalla. Pude ver que eran las 11:30.

-Oh mierda, Tom nos va a matar –dijo levantándose apresuradamente-. ¿Puedes ir a despertar a Danny y decirle que nos tenemos que ir? Yo voy a darme una ducha.

Me levanté y me estiré. Harry volvió sobre sus pasos y me besó inesperadamente. El beso duró poco, como mucho 2 segundos, pero fue inesperado. Cuando se apartó de mi, sonrió. Le miré un poco aturdida pero sonreí también. Curiosamente, el beso no me había molestado lo mas mínimo.

Me dirigí a la habitación de Noelia. Abrí la puerta con cuidado y me acerqué a la cama.

-¿Danny? Danny, Harry dice que os tenéis que ir –Danny se revolvió y me miró.

Se levantó y yo me tapé la boca con una mano.

-Joder, Danny. Vístete antes de salir de la habitación. No quiero tener que explicarles a los vecinos por que Danny Jones sale desnudo de mi casa.

lunes, 6 de septiembre de 2010

12.

Me apoyé contra él. Con Harry al lado, todo era mucho más sencillo. Con su mano en mi cintura, su boca en mi pelo, sus ojos en los míos…


-¿Chris? Me voy a ir a casa. Quiero hablar con Dougie de todo esto.

Noelia había tenido el detalle de no interrumpirnos y subir a su habitación cuando los chicos se marcharon.

-Claro, lo entiendo –dije.

-Y que sepas que voy a volver esta noche y le preguntaré a Noah si has llorado –se levantó y me miró-. Prométeme que no lo harás.

-Lo prometo –dije con una media sonrisa.

-Así está mejor –dijo Harry. Me abrazó y cogió mi cara entre sus manos-. Eres un cielo, y si Dougie es tan sumamente gilipollas como para no darse cuenta, entonces el se lo pierde.

-Vale. Por cierto, Harry –se dio la vuelta, interesado y me miró-. Es Noe, no Noah.

Puso los ojos en blanco mientras volvía sobre sus pasos y me levantaba en peso.

-Eres un encanto –dijo. Me besó en la mejilla y me bajó.

Después, se montó en el coche, donde seguramente irían los demás y se marchó.

Subí las escaleras y me dirigí a la habitación de Noe.

-¿Puedo pasar? –dije.

-Claro, entra.

Abrí la puerta y ella me miró. Me senté en la cama y comencé a contarle todo, detalle por detalle, gesto por gesto, mirada por mirada…

-Tía, de verdad que no puedo creer que Dougie haya hecho algo así. Parecía que le gustaras de verdad –dijo, abrazándome.

-Da igual. Lo superaré.

Llevábamos un rato hablando cuando sonó el timbre.

-Oh, lo había olvidado. Harry iba a venir a cenar. Le he invitado a cenar.

Bajé las escaleras y abrí la puerta.

-Hola, espero que no os importe que me acople a esta cenita. ¿No? Ya lo sabía. Hemos traído cerveza y helado, y por supuesto, cocinamos nosotros –dijo Danny, sin dejarme hablar ni un solo minuto.

Me besó en la mejilla y se dirigió, con una bolsa en la mano, a la cocina.

Harry entró un poco después, sonriendo. Él, Noelia y yo nos dirigimos a la cocina, donde Danny había sacado todo tipo de utensilios. Una sartén, un par de cucharas grandes, una olla, un colador…

-¿Qué mierda haces, Danny? –dijo Noelia.

-Primero, no es ninguna mierda, es nuestra cena, y segundo, “hacemos” no “hago”.

-Exacto –dijo Harry-. ¿Danny? Creo que deberíamos sacar a las señoritas de la cocina.

Harry me cogió por las piernas y me cargó en su hombro, y Danny hizo lo mismo con Noelia.

Pataleamos y nos reímos, pero no nos bajaron hasta llegar al sofá.

Harry encendió la televisión y nos miró.

-Ni se os ocurra mover un solo dedo. Hoy, nosotros somos los chefs, los camareros, y los caballeros –dijo Danny.

Les miramos conteniendo la risa y se marcharon. Charlamos durante un rato, y después escuchamos el sonido de unas baquetas contra la encimera. Nos reímos sin disimulo y nos dirigimos a la cocina. La mesa estaba completamente llena de velas. En los platos, había raviolli con queso rallado, tomate y orégano. Las copas contenían vino tinto, las servilletas estaban cuidadosamente colocadas sobre la mesa…

Habían apagado las luces de la cocina de modo que la única fuente de iluminación eran las velas.

Nos acercamos a la mesa. Danny retiró mi silla y después la empujó para que me sentase, y lo mismo hizo Harry con Noe.

Cenamos, mientras hablábamos del tema que yo tanto quería evitar.

-Dougie se siente como una mierda. Dice que se a portado como un capullo y tal… -dijo Danny-

-¡No jodas! Se ha portado como todo un caballero. Mejor incluso que vosotros dos con esta cena –dije con sarcasmo.

-Bueno, el caso es que está arrepentido, y le gustaría arreglar las cosas contigo –dijo Harry, masticando con cuidado.

Dejé el tenedor sobre la mesa y respiré hondo.

-No estás obligada a perdonarle, pero al menos… Escúchale. Es buen tío…Solo que a veces se pasa un poco… Pero es un buenazo –dijo Danny.

-Le defiendes porque es tu mejor amigo –dije.

-No, le defiendo porque se lo merece, porque se que si yo fuera él, me gustaría que me dieran una segunda oportunidad –dijo Danny mientras recogía su plato y se iba al salón

sábado, 4 de septiembre de 2010

11.

-Oh, venga, Chris. ¿Ahora te enfadas?


-Te he dicho que te largue –grité empujándole hacia el pasillo.

Bajó las escaleras poniéndose la toalla alrededor de la cintura mientras yo le gritaba.

Yo iba en ropa interior, pero no me importó.

-¡Eh! ¿Qué pasa? –Harry se había levantado y se acercó a nosotros.

Danny, Tom y Noelia vinieron corriendo, también.

-Vaya vaya –dijo Danny recorriendo mi semidesnudo cuerpo con la vista-. Esto significa que quieres que Don Jones te expliqué como vienen los niños al mundo, ¿no?

Las lágrimas caían sin descanso por mis mejillas y Harry me abrazó.

-¿Qué coño has hecho, Doug? –Preguntó Danny, que por primera vez estaba serio.

-No pasa nada –dijo el bajista.

-¿No pasa nada? –Me separé un poco de Harry-. Eres un capullo. Un puto capullo. ¡Te odio! Sal de mi casa.

-Cris, cielo. ¿Qué pasa? –Preguntó Noelia, cogiéndome por el brazo.

-¡Qué es un cerdo! ¡Me acuesto con él y me dice que no ha significado nada! ¡Qué solo ha sido un polvo!

Harry miró a Dougie, incrédulo. El bajista agachó la cabeza.

-No puedo creerme que seas tan capullo –dijo Tom-. ¿Es qué tú no usas la cabeza? ¿Eres tonto o qué eres, Douglas?

-Esta vez si te has pasado, tío –dijo Danny.

Noelia me cogió y me llevó al salón. Harry nos acompañó.

-¿Cómo estás? –Preguntaron mis dos mejores amigos a la vez.

-Muy jodida –dije.

-Voy a hablar con ellos –dijo Noelia. Se marchó y Harry se sentó a mi lado.

Me miró durante un rato. Escuchamos lo que decían los otros.

-Bueno, pues ¿qué queréis que os diga? ¿Qué me arrepiento? ¿Qué soy un capullo? ¡Para qué decirlo, si todos lo sabemos! –decía Doug.

-Pero ¿es qué no entiendes lo mal que lo está pasando Chris? ¿No vas a madurar en tu puta vida, Doug? Solo rollos rollos y más rollos –Tom estaba furioso.

-El que tú tengas una relación estable desde Dios sabe cuanto con la misma tía, no significa que todos tengamos que hacer lo mismo –dijo Doug.

-Doug, por favor... Deja mi vida en paz, que de momento esta todo bien en ella y preocupate de la tuya, que se cae a pedazos.

-Paso del tema, tío.

-No, no pasas del tema. Lo que has hecho no tiene ni pies ni cabeza, incluso para mí, tío -dijo Danny.

-No sabes como está -dijo Noelia-. Está llorándo como una loca. Ni siquiera entre Harry y yo la hemos calmado.

Dougie no dijo nada.

Poco después, se escuchó la puerta de la casa abriendose y cerrándose.

-De verdad que no sé como a podido hacerte eso -dijo Harry.

viernes, 3 de septiembre de 2010

10.

-Bueno, pues a mi me parece que, con el buen día que hace, me voy a ir a nuestra piscina. Sola. Bueno, solas. Noelia y yo, yo y Noelia. Claro, que si hubiera cuatro chicos perfectos y buenos que quisieran hacernos compañía… -dije.
-¿Cuánto tiempo nos das para cambiarnos? –Preguntó Danny.
-Mmmm… No sé. ¿Vivís muy lejos? –Dijo Noelia.
-Más o menos. Un poco a las afueras –dijo Tom.
-Vale, pues os esperamos en… ¿Veinte minutos? -dije.
Abracé a Harry muy fuerte y el me dió un beso en la mejilla.
Observé como se montaban en el coche y se marchaban.
Nos fuimos a casa y nos cambiamos. Me puse mi mejor bikini y Noelia hizo lo mismo.
-¡Tía! Ahora que me acuerdo. Alex, el chico del hotel a llamado esta mañana preguntando por tí. Pero no he querido despertarte.
Salímos de casa y nos dirigímos a la piscina, que quedaba tapada de la vista de los curiosos por una valla. Unos minutos después, llegaron.
Danny, como no, me cogió en peso se lanzó conmigo a la piscina. Ya os he contado su pequeña obsesión por mi y por el agua.
Me reí mientras los demás entraban en el agua.
Nos pasámos la tarde haciendo el invécil y unas horas después, salimos del agua completamente arrugados. Entramos en casa y les dijimos a los chicos que podían ducharse. Uno por uno, lo hicieron. Harry, Danny y Noelia estaban abajo, viendo la tele, Tom en el jardín, hablando por teléfono, Dougie en la ducha y yo en mi habitación. De repente, alguien llamó a la puerta.
-Adelante -dije.
Dougie apareció, con la cintura envuelta en una toalla y con el pelo mojado.
-Hola -dijo sentándose a mi lado, en la cama.
-Estás pasándotelo bien con esta situación ¿no? -dije, intentando no mirar más abajo de su cara.
Pero era imposible, sus pectorales parecían gritar:¡Cris! Miranos y después muerdenos, somos muy dulces.Pero mi delirio no acababa aqui. No podía dejar de mirar la toalla que le tapaba a, como el lo llamaba "Willy".
Él lo notó y sonrió.
-Si, la verdad es que me lo estoy pasando genial -dijo, apartándome un mechón de pelo de la cara.</div>
<div class="MsoNormal">
-Oh, que bonito me parece. Yo aquí, sufriendo porque estoy viendo quizá el mejor cuerpo del mundo y no puedo tocar y tu disfrutando con mi sufrimiento, pues ¿sabes qué? Yo..
De repente me besó. Fue un beso intenso, apasionado, subrealista...
-¿Y a ti quién te a dicho que no puedes tocar? -dijo cogiendo una de mis manos y colocandola sobre su pectoral izquierdo.
Jadeé, mientras él se pegaba a mi. Recorrió mi cuello, mi clavicula y mi torso con los labios mientras yo intentaba respirar.
Deslizó los tirantes de mi camiseta hacia abajo y desabrochó el cierre de mi sujetador.
-Las cosas no son siempre tan complicadas como crees -dijo mientras se quitaba la toalla.



Fue impresionante. Que digo impresionante, fue el mejor polvo de mi vida. Dougie era alucinante.
-Vale, definitivamente, no me creo esto -dije, apoyada contra su pecho, mientras él me acariciaba el pelo.
Hizo un gesto de indiferencia con los hombros y me mordió en la oreja.
-Creo que deberíamos bajar. A ver no es por que piensen mal, la verdad es que eso me la suda. Pero no quiero que piensen que estamos juntos, porque no es verdad -dijo Dougie.
Le miré.
-Y por si no te quedaba claro, esto ha sido solo un polvo.
Me levanté y recogí la toalla del suelo.
-Lárgate de aquí y no se te ocurra volver.

jueves, 2 de septiembre de 2010

9.

Subí las escaleras hacia mi habitación, cogí algo de ropa seca y me metí en la ducha. Cuando salí, bajé las escaleras y me encontré a Noelia haciendo la cena. La ayudé y despues comenzamos a cenar, aun que solo eran las 6.
Y esa fue nuestra rutina. Quedabamos con los chicos las tardes que tenian libres y a veces, venían a casa a cenar, a comer, o a ver una película. Pasaron dos meses, que fue suficiente para habituarnos a la vida en Londres. Una mañana de Agosto, me levanté bastante tarde. Bajé las escaleras bostezando y me encontré con algo que, aun que llevaba 2 meses viendo, me revolvía el estómago. Danny Jones estaba sentado en la encimera de la cocina, con una camiseta blanca y un pantalón corto. Cuando llegué abajo, comprobé que Harry, que se había convertido en uno de mis mejores amigos, estaba sentado junto a Tom y a Noelia.
-Buenos días, dormilona -dijo Danny, abrazándome.
-Hola -miré a mi alrededor-. ¿Dónde esta Doug?
Danny sonrió y alguien me tapó los ojos por detrás, me dió un sonoro beso en la mejilla y se rió.
-Tardabas mucho en preguntar por mí -dijo sonriendo.
-Quizás porque no todo gira a tu alrededor, Douglas -Utilizaba su nombre completo cuando me enfadaba o cuando quería fastidiarle.
Puso una mueca de desagrado y después me soltó.
Me dirigí al salón y me senté en las rodillas de Harry.
-Esto solo puede significar dos cosas: O que Danny te a hecho algo, o que quieres mucho al menda -dijo Harry.
-Lo segundo. De momento Danny se está portando bien.
-De momento, tu lo has dicho -dijo Danny.
Le saqué la lengua y me reí.
-¿Te vistes? Ibamos a ir a dar un paseo, o a comer como cerdos por ahí -dijo Dougie.
-Me apunto a lo de dar un paseo...Pero lo de comer como cerdos se lo dejo a Danny.
-Já, graciosa -dijo revolviendome el pelo.
Subí las escaleras a toda prisa y dejé la puerta entreabierta. Me cambié de ropa y cuando iba a salir, Dougie entró y cerró tras él.
-Quería hablar contigo -dijo.
Se sentó en la cama y me cogió de la mano.
Me senté junto a él.
-Verás, es que...Mira, Chris...Me pones. Me pones muchisimo. Y no se... Creo que no puedo aguantar más, así que... No sé, yo...
Le callé con un beso. El beso más esperado de toda mi vida. Él me apretó contra sí mismo y metió su mano por la falda que me acababa de poner.
-No, ahora no. Te recuerdo que hay cuatro personas esperando abajo. Esta noche lo hablamos -dije. Me levanté y le cogí de la mano.
Bajamos las escaleras y poco después nos marchamos de allí.
Noelia estaba feliz, muy feliz. En los dos meses que llevaba viviendo con ella no la había visto tan radiante.
Mientras andabamos por la calle, Harry me rodeó con un brazo, mientras me levantaba en peso. Tom, como no, sacó una foto con su cámara.
Había hecho una especie de recuento de las fotos que tenía con cada uno de los chicos, y el resultado estaba así: Harry: 37 Danny: 36 Tom:30 Dougie: 55.
Tom se acercó a mí y se echó una foto conmigo y con Dougie. Después Danny, fiel a su tediosa tarea de fastidiarme, me tiró agua por encima, mientras Noe lo fotografiaba.
Danny tenía una pequeña obsesión conmigo y con el agua. Pero bueno, me daba igual mientras el siempre se llevara su parte.
En el último momento, golpeé la botella de modo que el agua que quedaba mojó su cara y su camiseta.
-Cabrona -susurró quitándose el agua de la cara.
Miré a Dougie, que como siempre, estaba haciendo el tonto. Pero esta vez se estaba superando a si mismo en lo que a gilipolleces se refiere. Corría detrás de un perro, ladrándole como si hablara con el. El perro le enseñaba los dientes. En el momento en el que yo miré, Dougie estaba tirado en el suelo boca arriba y agitando manos y piernas, como si fuera una cucaracha.
Me reí. Era infantil, sí. Pero le quería.

8.

-¡Chris! –gritó Harry apretándome un poco en el brazo.


-¿Qué? –Pregunté como si hubiera escuchado todo lo que habían dicho.

-¿Qué? ¡Qué estás empanada mirando el suelo como si estuviera hecho de oro! –exclamó Dougie sentándose a mi lado.

-Vaya, lo siento mucho –dije.

De repente, escuché que empezaba a sonar I’ts all about you. Eso significaba que me estaban llamando. Saqué el móvil del bolsillo mientras Tom seguía cantando en voz bajita.

Lo descolgué.

-¿Si?

-Hola, Cris. ¿Qué tal las cosas por Londres? –era mi madre, como no.

-Emmm bien, bien. Ya hemos hecho amigos y tal –dije.

-Dile que estás con Dougie Poynter, a ver lo que dice –susurró el bajista.

-¿Por qué con Dougie Poynter? Dile que estas con Danny Jones, que está más bueno –dijo Danny colocándose las gafas de sol.

-¿Quiénes son esos, cariño? –dijo mi madre.

-Son mis “amigos” mamá. En realidad les hemos conocido hoy, pero son muy majos –dije.

Noelia les tradujo lo que yo estaba diciendo.

-Bueno mamá te dejo, que estoy ocupada. Si, yo también te quiero. Adiós. Si. Vale. De acuerdo. Mamá, ¿sabes lo que significa “adiós”? Bueno, pues eso. Os llamaré otro día. Un beso.

Colgué.

De repente, la fuente se encendió y comenzó a lanzar chorros de agua en todas direcciones. Nos mojamos completamente, pero Danny, que estaba de pié, fue el que peor parado salió. Cuando nos alejamos del agua, le miramos. Sus pantalones estaban completamente empapados, por delante y por detrás, ya que se había mojado por delante y después, en un intento de protegerse, se había dado la vuelta.

Su pelo goteaba en sus hombros, y su camiseta se pegaba a su torso, dejando ver sus abdominales y sus pectorales.

Danny se quitó las gafas mientras todos nos reíamos.

-Maldita fuente –dijo.

Me tapé la boca con una mano, pero aún así, mi risa se escuchaba. Danny me miró con los ojos entrecerrados.

-Ahora verás –me cogió y me apretó contra él, empapándome a mi también.

-Serás capullo –dije sacudiendo las manos-. ¡Danny! ¡Suelta, joder!

Danny se unió a mis risas y, tras sacarme el móvil del bolsillo y entregárselo a Noe, me tiró a la fuente. Saqué la cabeza y el se rió, al igual que los otros.

De repente, Danny calló al agua también. Cuando sacó la cabeza, vio a Dougie de rodillas en el suelo, partiéndose de risa.

-Eres un absoluto incordio, Dougie –dijo Danny.

-Pero aún así me quieres, ¿a qué si?

-Por desgracia –asintió Danny.

Me puse de pié y caminé hasta el borde de la fuente. Harry me tendió la mano y me ayudó a salir.

Mi pelo estaba completamente mojado, al igual que mi ropa. Danny salió de la fuente también y me abrazó.

-¿En paz? –preguntó.

-Ni lo sueñes –contesté.

Escuché pasos acelerados y me aparté de Danny. Un par de fotógrafos se habían parado a unos metros de nosotros y tomaban fotos sin descanso.

Tom suspiró.

-Se acabó la fiesta, chicos. Vámonos –dijo.

Nos dirigimos a nuestra casa.

-Creo que deberíamos ir a casa para que Danny se cambie. No creo que esté muy cómodo todo mojado –dijo Harry.

-Cómodo no se, pero buenorro si, un rato –dijo Noelia.

-Puedo decir lo mismo de ti aun que no estés mojada –dijo Danny, sonriendo.

Nos despedimos con la mano y entramos en casa.

7.

Me dirigí a la puerta, pero él me retuvo. Me atrajo hacia él y me abrazó. Mis brazos se cerraban en torno a su cuello, y los suyos alrededor de mi cintura. Me apretó más fuerte y poco después me separé un poco.


-¿Y esto? –Pregunté.

Cris, gilipollas, cállate y lánzate, dijo una voz en mi cabeza.

-No sé, me apetecía –dijo Dougie encogiéndose de hombros.

Le acaricié el pelo y sonreí.

Bien hecho, Cris, bien hecho, la voz de mi cabeza me estaba poniendo nerviosa.

-¿Y eso? –Esta vez, preguntó él.

-Me apetecía –dije sonriendo.

Me dirigí al salón y Dougie me siguió. Me senté junto a Noelia, que me miró.

Le hice un gesto que indicaba que luego le contaba.

-Bueno, chicas. Hora de hacer turismo. Tú si quieres puedes hacer una ruta por la boca de Danny Jones. Es muy interesante –dijo Danny mirando a Noelia.

-Es una oferta tentadora, no sabes cuanto –dijo mi amiga acercándose a él.

Tom carraspeó.

-Oh, venga, Danny. No puedes tirarle a cada tía que se te pase por delante –dijo Harry.

-Dios…Estas chicas… ¡Me van a volver loco! Y como no puedo tocar la comida de Dougie, tengo que ir de caza –dijo el cantante.

Creí pillar la metáfora y me aparté de Dougie tanto como me lo permitió el sofá, pero aún así era demasiado cerca. Me levanté.

Me miraron.

-Ha dejado de llover… ¿Nos vamos? –dije.

-Claro –Tom se levantó de repente, claramente incómodo por la situación. Me miró, pero yo no levanté la cara.

O sea, que yo era la comida de Doug… Si no fuera lista y no tuviera ni un poco de amor propio, estaría dando saltos de alegría. Pero, por suerte o por desgracia, no era tonta. Dougie me quería para un rato, como el que come en un restaurante… Y yo, claramente, no iba a dejar que nadie jugase conmigo.

Le devolví su chaqueta a Harry y abrí la puerta de la calle. Un tímido sol se colaba por en medio de las nubes. Caminamos por allá y por acá. La gente nos miraba. Bueno, les miraban a ellos. Paramos en una heladería y nos compramos cada uno un helado de un sabor diferente. Caramelo, chocolate, nata, turrón, nubes de gominola y vainilla.

Yo, por supuesto, lo pedí de nubes de gominola, mi sabor favorito en los helados.

Visitamos lugares famosos, nos echamos fotos…

Cuando volvíamos de camino a casa, vi algo en un escaparate que me llamó la atención. Me acerqué. Una pulsera de plata, adornada con pequeñas figuritas de plata también relucía encima de una pequeña cajita. Miré el precio. No era cara.

-¿Quieres que te la compre? –susurró Dougie, demasiado cerca de mí.

-No, gracias –dije. Me di la vuelta y volví al lado de Noelia.

Tom sacó una vez más la cámara y me pidió que me juntase a Harry. Lo hice. Harry me rodeó con un brazo y sonreímos. Tom echó la foto y se rió.

-Joder, macho. Hasta cuando no haces nada tienes suerte –dijo

-¿De que coño hablas, Tom? –preguntó Harry acercándose a su amigo. Le quitó la cámara de las manos y observó la foto-. Oh, venga. Todos sabemos que esto es un efecto óptico.

Me acerqué a ellos y miré la foto. La mano de Harry parecía estar agarrando mi teta derecha.

Me reí y golpeé a Tom levemente.

-Bueno, pero parece real ¿a qué si, Doug? –Tom le pasó la cámara y el miró la foto.

Danny se situó tras Dougie y observó la imagen.

-Que capullo eres, Harry. ¿Ya estás metiéndole mano a la chica? Que poca vergüenza –dijo fingiendo estar indignado.

-Mira quien vino a hablar. “Puedes hacer una ruta por la boca de Danny Jones…” –Harry imitó a la perfección el tono de Danny y su voz.

Éste le miró, divertido, y se abalanzó sobre él. Se pelearon de coña durante unos minutos y después seguimos caminando. Eran las cuatro y media cuando nos dejamos caer al lado de una fuente. Ahora, las nubes habían desaparecido por completo e incluso hacía un poco de calor.

Ellos empezaron a hablar del concierto que daban el sábado, concierto para el que nosotras teníamos entradas.

-Nosotras vamos a ir –dijo Noelia.

-De puta madre –dijo Danny, sonriendo.

-Danny tiene una pequeña tradición después de los conciertos –explicó Tom.

-Eso no es verdad. Solo pasó una vez –dijo Danny en su defensa.

Noelia se rió y dijo:

-Y, ¿qué es? ¿Coge a alguien del público y se la tira?

Tom estallo en risas, al igual que Dougie y Harry.

-Exacto –dijo Doug sin parar de reírse.

-Solo paso una vez, joder –dijo Danny. Se echó a reír también.

Mientras ellos reían, yo miraba al suelo, pensando. ¿Por qué enfadarme con Dougie? Él no tenía la culpa que a Danny se le hubiera escapado el comentario.

Maldito seas Daniel Alan David Jones, pensé.

Siempre puedes hacer como que no has oído nada, vaya, la voz de mi cabeza volvía al ataque. Además, no creo que Dougie sea así de capullo

6.

Nada más entrar en la calle, el nudo del estómago se hizo más fuerte. Lo sucedido esa mañana aún me parecía irreal e increíble. Me bajé del taxi mientras Noelia pagaba y miré todas las casas.


-Esa es la nuestra –susurró mi amiga.

Miré en la dirección que ella me indicaba y vi una casa roja, como no, con una piscina en uno de los laterales y un gran jardín.

Un hombre nos esperaba bajo un gran paraguas.

-Hola, señoritas. Espero que el vuelo haya sido de su agrado –dijo.

-Si, lo ha sido –dijo Noelia.

-Pasen, por favor. Les enseñaré la casa.

Abrió la puerta y pasamos tras él. Era una casa espaciosa y estaba bien amueblada. Nos todos los rincones de la vivienda y después se marchó.

Elegimos habitación y después, bajamos a la cocina. Abrí el frigorífico, pero estaba vacío.

Nos pusimos a ordenar nuestras cosas en los armarios. Deshicimos las maletas, colocamos nuestros neceseres en el baño, limpiamos un poco…

Unas horas después de llegar a la casa, cogí mi monedero.

-Noe, voy a ir a hacer la compra –dije cogiendo un paraguas.

-¿Quieres que te acompañe? –preguntó ella.

-No, mejor quédate. No tardaré –abrí la puerta y encendí el Ipod.

Caminé calle abajo y giré a la derecha. Seguí andando bajo el paraguas, mientras sonaba Corrupted. No me lo podía creer. ¡Había conocido a mis ídolos! Vale, me había desmallado, pero lo importante es que pude tocarles. Fue la sensación más alucinante del mundo.

Entré en un pequeño supermercado y me dispuse a comprar. Compré pizzas congeladas, huevos, pasta, pan de molde, mantequilla, leche, café, productos de limpieza, zumo, chocolate y algunas cosas más.

Pagué y me marché. Coger el paraguas se había convertido en algo imposible, así que lo mantuve bajo el brazo y cogí las bolsas. Mi Ipod estaba en un bolsillo de la chaqueta, protegido del agua. El asa de una de las bolsas se rompió, y el contenido de ésta estuvo a punto de desparramarse por el suelo. Me paré, calada hasta los huesos.

-¿Necesitas ayuda…otra vez? –dijo una voz a mis espaldas.

Me revolví y vi a Harry.

Sonreí.

-Si, la verdad es que no me vendría mal –dije tiritando.

-Vale, toma ponte esto –dijo pasándome su chaqueta- ¡Chicos!

Danny, Dougie y Tom doblaron la esquina, cada uno con un paraguas negro.

Me ayudaron con las bolsas, aunque la palabra no es ayudar precisamente. Pese a que me negué, los chicos cargaron con todas las bolsas. Después de quejarme un buen rato, abrí mi paraguas y conseguí que me dejaran una bolsa. Harry caminaba a mi lado, con una camiseta gris de manga corta. Sus abdominales se adivinaban bajo la fina tela.

-¿A quién se le ocurre salir a hacer la compra sin coche un día lluvioso en Londres? –Preguntó Dougie pasando un brazo por mis hombros.

-A los extranjeros…y a Chris –comentó Danny.

-Ja ja, vale podéis reíros –dije. Y lo hicieron, vaya que si lo hicieron.

Llegamos a la puerta de mi casa y saqué la llave.

-En serio, chicos. Muchas gracias –dije entrando en casa.

Mantuve la puerta abierta, hasta que ellos entraron.

-No las des –dijo Tom.

Noelia apareció ante nosotros y la miré.

-Dios mío, no puedo acostumbrarme –dijo mirando a los chicos.

Les quité las bolsas de las manos y me dirigí a la cocina. Las dejé sobre la encimera y comencé a acomodar su contenido en armarios y en el frigorífico.

-Vuestra casa es la hostia –dijo Harry sentándose en la encimera, junto a las bolsas.

-Gracias. ¿Qué tal lleváis el nuevo álbum? –Pregunté.

-Bueno, bastante bien –dijo satisfecho.

-Si, he visto el video de Party Girl…Sales muy…Favorecido –dije sonriendo.

-Gracias, aun que la palabra que buscas es “sexy” –dijo riendo.

-No tienes abuela –dije golpeándole en el hombro suavemente.

Noelia apareció por la puerta.

-Oh… ¿Interrumpo?

-No, para nada –dije.

-Solo hablábamos del disco nuevo y del video de Party Girl –dijo Harry.

-¡Dios! ¿Tú sabes lo sumamente follable que sales en ese video? –dijo Noelia.

Al instante de haberlo dicho, ella se tapó la boca con una mano, mientras Harry sonreía ampliamente. Se escuchó un estallido de carcajadas. Danny, Tom y Dougie observaban desde el marco de la puerta.

-O sea que Harry es “follable” –dijo Danny sin parar de reír.

-Mmm… Interesante concepto, ¿eh, Harry? –saltó Tom

Me uní a sus risas y poco después, Noelia hizo lo mismo.

-Lo siento, no lo e podido evitar –dijo entre risas.

-Bah, no te preocupes. Me halagas –dijo Harry.

Dougie, inverso en un ataque de risa, captó la atención de todos. Se agarraba el vientre mientras trataba de controlar las carcajadas.

Danny le golpeó en el brazo, pero el bajista tardó unos minutos en calmarse. Le miré, entre divertida e impresionada. Mis ojos azules se encontraron con los suyos, del mismo color, y el sonrió. Aguanté la mirada.

Noelia movía la vista de Dougie a mí y viceversa.

Dougie seguía sonriendo y quemándome con la mirada, y yo parecía estar hipnotizada por él. Al fin, conseguí apartar la vista de sus ojos y, cuando miré a mí alrededor, observé que estábamos solos.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

5.

-Y ¿De dónde sois, chicas? -Preguntó Tom.
-Somos de España. Yo soy de Sevilla y Cris es de Murcia -dijo Noe.
-Mmmm ¿Sevilla? ¿Murcia? No conozco esos sitios -dijo Danny intentando picarnos. Lo consiguió.
-Alomejor es porque solo vais a Madrid, estrellitas -dijo Noelia. Me reí.
-Joder, no es mi culpa. Nosotros no lo decidimos, lo hace nuestro manager -dijo el cantante.
-Pues sugeridles esos dos sitios. Bueno en general, España entera -dije. Me volví hacia Noe y agregué-. ¿Te imaginas lo sumamente locas que se volverian Carmen, Elëna, Lucia, Alicia, Celia, Carol... y en general las chicas de tuenti?
Los chicos nos miraron extrañados pero no dijeron nada.
-Y ¿a dónde os mudáis?
Noelia consultó la dirección.
-A Red Street -dijo.
-Oh, os va a encantar -dijo Danny-. Todas las casas son rojas.
-Oh, Danny. Gracias por iluminarnos con tu sabiduría. Nunca podría haber llegado a la conclusión de que en Red Street, las casas son rojas -dijo Noelia con ironía.
Llegamos al hall riéndonos. Alex estaba en el mostrador de recepción, con pinta de estar muy aburrido.
-Chicas, ¿qué os parece si os llevámos a hacer turismo esta tarde? Nadie mejor que londinenses para enseñaros Londres -dijo Harry.
-Vale, me parece genial -dijo Noelia, emocionada.
Le dió la dirección a Danny y éste le sonrió, pícaramente.
-Bueno, pues hasta luego -Tom me dió un beso en la mejilla, y sus compañeros le imitaron, primero con Noelia y después conmigo.
Se marcharon y nos dirigímos al mostrador. Saqué mi tarjeta de crédito.
-¿Qué tal la estancia en el hotel? ¿Os a gustado? -preguntó Alex. Asentí mientras él pasaba la tarjeta por la máquina-. Firma aquí.
Lo hice y recogí las maletas.
-¡Hasta pronto! -exclamó Noelia cuando salíamos por la puerta.
Fuera llovía, aun que era junio. Llámamos a un taxi y nos dirigimos a nuestra nueva casa.

4.

Tardé en darme cuenta de donde estaba cuando abrí los ojos. Por el tacto, supuse que seguía sobre el suelo. Distinguí varias figuras ante mi. Poco a poco, mi vista se fue enfocando. Noelia estaba a mi lado, cogiéndome de la mano.
-Parece que vuelve en sí -susurró Tom.
Intenté incorporarme, y sentí unos brazos fuertes que me agarraban por detrás. Giré la cabeza y vi a Dougie sonriéndome.
-¿Cómo te encuentras? -preguntó con un deje de preocupación.
-Bien...Bueno creo que no...Estoy desvariando porque estoy viendo visiones. ¿Te puedes creer que estoy viendo a McFly? -pregunté. Les miré.
Sonreían con esas sonrisas perfectas en esas caras perfectas.
-Vale, entonces estas bien -bromeó Danny. Después se puso serio-. Casi nos da algo cuando hemos visto que te caias al suelo. Menos mal que Harry estaba ahí. Sino, el golpe hubiera sido... -se estremeció y después sonrió.
Miré a Harry y sonreí. Le abracé fuerte, muy fuerte y después le solté.
-Bueno, gracias Harry -no podía dejar de mirarles y sabía que les hacía sentir incómodos.
-Creo que debería subirla a la habitación -susurró Noelia.
-Te ayudamos -dijo Dougie pasando un brazo pr mi cintura y poniendo uno de los míos alrededor de su cuello.
-Estoy bien, puedo subir sola -dije.
-Por si acaso -susurró Dougie.
Danny recogió los cuatro pares de gafas de sol de la mesa y Tom cogió mi bolso.
Subímos por las escaleras, despacio. De vez en cuando, la mano que Dougie tenía en mi cintura se apretaba más fuerte.
Al fin, llegamos a la habitación. Me sentó en la cama y sonrió.
-Creo que deberías descansar un poco -dijo mirándome fijamente a los ojos.
-No, estoy bien. Además, Noelia y yo tenemos un compromiso.
-¿Tan importante es? -Preguntó Danny, que se había sentado junto a Noelia.
-Si, bastante. Hoy nos mudamos -dijo mi amiga.
-Oh, vale, si. Es importante.
Me levanté y me dirigí a mis maletas. Las cogí. Noelia hizo lo mismo y poco después, abandonamos la habitación, acompañadas por McFly.
-Por cierto. Me llamo Dougie -dijo sonriendo.
-Oh, gracias por decirmelo. La verdad es que andaba un poco perdida... No sabía quienes érais -dije con sarcásmo-. Yo soy Cristina, y ella es Noelia.
-Emmm ¿Podemos llamaros Chris y Noah? Es que es mucho mas fácil...-susurró Harry.
-Podéis llamarnos como queráis -dijo Noelia, casi babeando encima de Danny que le estaba acariciando el pelo.

3

A la mañana siguiente me desperté demasiado temprano. Me metí en la ducha y cuando salí, ya vestida, desperté a Noelia.


-Eo. Tía, despierta. Tenemos que ir a lo de la casa –dije.

Se revolvió entre las sábanas y la miré, entre divertida e impaciente.

-¿Sabes? Esta mañana me pareció haber visto Danny Jones en el hall. Quizás siga aquí –dije.

Se levantó como si fuera un niño pequeño el día de reyes.

Me reí cuando ella se dio cuenta de que bromeaba.

-Já, que gracia. O sea, ¿que vas a utilizar a McFly de despertador? ¿Eh? –me hizo cosquillas y yo me reí sin control.

Después, ella se metió en el baño. La esperé para desayunar. Bajamos y observamos los cientos de cámaras y periodistas que había allí.

Uno de ellos nos hizo señas con la mano.

-Buenas, chicas. ¿Qué os parece la noticia?

-No sabemos de que habla –dijo Noelia.

-Les advertimos que no molestasen a los clientes. Fuera del hotel –dijo uno de los empleados.

Todos los periodistas se marcharon, y yo me quedé mirándoles.

Noelia me empujó hacia el comedor. Entré y miré a todas partes. La gran mayoría de las mesas estaban libres. A decir verdad, todas estaban libres menos una, ocupada por cuatro chicos. Me senté y les miré. Era difícil pues dos de ellos, ambos de pelo castaño, estaban de espaldas y los otros dos, rubios creí apreciar, quedaban tapados por los castaños. Esa mañana había buffet libre, así que me tuve que levantar.

-Oye, Noe, ¿no te resultan familiares las gafas que llevan esos chicos? Las que están encima de la mesa, digo –pregunté.

-¿Cómo no me van a resultar familiares? Son unas Ra…

-No, no me refiero a eso –la corté.

En ese momento, uno de los chicos castaños se levantó y se dirigió a donde nosotras estábamos.

Cogió una bandeja y nos miró. Pero nosotras estábamos como pegadas al suelo con pegamento al suelo. Sus impresionantes ojos azules nos tenían hipnotizadas.

-Disculpad… ¿Pensáis moveros? –Preguntó Harry Judd sonriendo.

Le miré, devorándole con los ojos. Las ganas de gritar se acumulaban a cada segundo que le miraba, pero me contuve.

Lo último que quería era asustarle.

-Perdón, lo siento mucho, de verdad –dije temblando como una hoja.

Sonrió y miró a Noelia.

-¿Estás bien? –Noelia estaba blanca y miraba a uno de sus ídolos con los ojos como platos-. Estoy acostumbrado a los gritos y tal, pero a esto…

Me reí y le miré.

-Es que esto no puede ser real… No puede estar pasando de verdad –sabía que mi cabeza no tardaría en abandonarme a causa de la emoción. Y si eso pasaba, podrían ocurrir dos cosas: una, que me pusiera a gritar como una loca, o dos, que me desmayara.

Eché un vistazo a la mesa de la que Harry se había levantado, y en ese momento pude reconocerles. Dougie y Tom se sentaban frente a Danny. Reían despreocupadamente.

Volví a mirar a Harry embobada, y el sonrió.

-Eh –colocó su mano en mi hombro y en ese momento ocurrió. Mi cabeza se quedó en blanco y me fallaron las piernas.

Lo último que pude sentir fue la mano de Harry alrededor de mi cintura.

2.

Me separé de Noelia un momento, para volver a abrazarla segundos después.


-Dios, no sabes cuanto tiempo he esperado vivir este momento, Cristina –dijo Noelia cuando ambas nos calmamos un poco.

Saludó a mis padres y nos condujo al interior de la casa. Dentro, sus hermanos y sus padres nos esperaban. Nos saludaron y pasamos un rato hablando. Nuestro avión salía a las 7 de la tarde, y eran las 6 y cuarto.

Decididas a marcharnos cuanto antes, cogimos nuestras maletas y nos montamos en los coches

El aeropuerto estaba lleno de gente. Nos despedimos de nuestros padres y nos pusimos a la cola para pasar nuestras maletas por la cinta. Después de pasar por un millón de sitios, nos montamos en el avión. Nos pasamos gran parte del vuelo hablando y riendo. Había tantas cosas que contar…

-Bueno, ahora me pongo seria. Tendremos que buscar casa y trabajo. Un año es mucho tiempo –dije.

-Lo sé. De hecho, lo de la casa ya lo he mirado. Esta noche tendremos que dormir en un hotel, pero mañana, tendremos casita –dijo Noe.

-Bueno, eso es genial, pero yo tengo otra cosa aún más genial para ti. Es una sorpresa que llevo preparando desde que decidimos hacer le viaje –dije. Saqué dos papeles de mi bolsillo y se los dí.

-Pero, ¿qué…? –Al mirar los papeles se quedó petrificada-. No, no puede ser. ¡Cris! Son entradas para un concierto de McFly. Dime que es verdad, porque no me lo creo.

Sonreí y me encogí de hombros. La abracé y la miré.

-¿Cuándo es? –dijo besando la entrada.

-El sábado. Ya estaremos instaladas el sábado, asi que perfecto.

Cuando el avión tocó suelo londinense, nos apresuramos a bajar y a recoger nuestras maletas. Después, nos colocamos una gorra de España cada una y nos montamos en un taxi. Le pedimos que nos llevara a la mismísima puerta del hotel. Y eso hizo. Un hotel de cinco estrellas se extendía ante nosotras. Le pagamos al taxista y entramos al hotel.

-¿Te encargas tú del inglés? No es mi fuerte –dijo Noe. La miré con una deja arqueada y dijo-. Vale, vale, es que soy vaga.

Sonreí y me dirigí al mostrador.

-Disculpe. ¿Tienen habitaciones libres? –Pregunté con una sonrisa.

El chico que estaba en el mostrador miró mi gorra y sonrió. Era moreno, de ojos verdes intensos y pelo cobrizo.

-A ver si adivino… ¿Estudiantes? –preguntó en un perfecto español.

Le miré sorprendida mientras él sonreía. Miré cada detalle de su cara… No sería mucho más mayor que yo. Tal vez veintidós o veintitrés años.

-Ummm te has equivocado. Año sabático, no tan sabático. Es una especie de viaje largo –reí.

Sacó una hoja de papel y le dí mis datos. Después, nos dio un par de tarjetas y dijo.

-Bueno, disfruten de su estancia en el hotel, señoritas –dijo poniéndose serio. Pude ver como miraba por el rabillo del ojo al un hombre que le observaba.

-Gracias –dije mientras un par de empleados cogían nuestras maletas y se dirigían a las escaleras.

Justo antes de poner el pie en el primer escalón, me di la vuelta y me dirigí de nuevo al mostrador.

-Oye, –comprobé la placa plateada de su pecho –Alex. ¿Te gustaría dar una vuelta con nosotras mañana? Necesitamos un guía turístico.

Sonrió y comprobó que ningún empleado le miraba.

-No se nos permite salir con los clientes a dar una vuelta, pero haré una excepción porque sois paisanas –pasó un papelito por encima de la madera y escribí mi número de teléfono. Después, se lo devolví.

-Nos vemos mañana –dije sonriendo.

Alex me siguió con la mirada hasta que llegué a las escaleras.

Subí a la habitación y abrí. Noelia revoloteaba de allá para acá.

-Tía, esto es alucinante. Tenemos minibar, mini-nevera, un baño alucinante, camas gigantes… Dios –dijo mi amiga.

-Sí, es alucinante –dije recorriendo la habitación con la mirada -. Por cierto. El chico de recepción es español, así que, le he invitado a dar una vuelta por ahí.

-Guay, estaba muy bueno –dijo Noe riéndose.

-Bueno, vamos a acostarnos, mañana tenemos que mudarnos bastante temprano.

Me metí en la cama y me dormí profundamente.

1.

Conecté mi ordenador portátil. Entré en mi red social favorita y busqué a mi mejor amiga, mejor amiga que vivía en Sevilla. Y yo era de Murcia. Pero bueno, a veces las amistades a distancia son las mejores. Bueno, a lo que iba. Abrí una conversación y escribí con manos temblorosas: “Estoy llegando a Sevilla. Mi padre conduce muy deprisa :S”. Poco después, ella contestó: “No me puedo creer que vaya a conocerte, ¡¡por fin!!”. “Lo que me parece más increíble aún es que nos vayamos a ir a Londres un año. Dios, no puedo creerlo. Tú y yo, un año en Londres, cerca de ellos cuatro.”. “Si, eso es lo mejor”. “Bueno te dejo. Según el GPS nos quedan 20 minutos para entrar en Sevilla, así que, espérame”. Cerré la conversación y guardé el portátil en la mochila.


Me puse los cascos otra vez, dejando que la suave voz de Tom Fletcher acariciara mis oídos.

Tenía un nudo en el estómago, un gran nudo. Era exactamente la misma sensación que tuve al cumplir los 18 años. Claro, que de eso hacía un año. El cartel de “Sevilla” apareció ante mi vista y me removí en el asiento. Mi padre me miró y sonrió.

-Pareces una niña de diez años –susurró mi madre entre risas.

La miré con el ceño fruncido. Mi padre siguió conduciendo hasta que llegamos cerca de donde vivía Noelia. Me bajé del coche, con el papel que contenía su dirección en la mano, y le pregunté a la primera persona que se cruzó en mi camino:

-Disculpe. ¿Sabe dónde está esta dirección?

-Claro, es esa calle –dijo señalando a mi espalda.

Eché a correr tras murmurar algo parecido a gracias, y cuando entré en la calle, busqué con la mirada el número 12.

Lo encontré un poco más adelante, a mi derecha. Llamé al timbre y esperé. La puerta se abrió y allí estaba. Morena, de pelo rizado y ojos oscuros, Noelia me miraba sonriendo. La abracé con todas mis fuerzas y ella me devolvió el abrazo. Las lágrimas acudieron a mis ojos de inmediato, y yo no hice nada por contenerlas. Cuando oí sollozar a mi amiga, supe que ella había hecho lo mismo.